Tuesday, May 1, 2012

IMAGINARIOS

Calendario publicado por OP Gráficas, Bogotá, con texto de presentación de Javier Gil.

Terra incognita # 1   


EL ARTE COMO REENCANTAMIENTO 
Diego Samper  siempre ha comprendido el poder re-velador de la fotografía. Entendiendo el sentido de la palabra “revelar” como develar, pero también como volver a velar. Su mirada  descubre el mundo y al mismo tiempo  lo carga de misterio,  muestra lo no visible  al ojo, aquello que  no se acomoda a nuestras  rutinas perceptivas  o a las codificaciones que regulan la mirada. Sus imágenes constantemente hacen ver aquello que no vemos, o aquello que no vemos en lo que vemos, tarea nada despreciable en este devenir imagen del mundo, en este estar sitiado por imágenes y por  una irrefrenable pulsión  de registro visual a través de todo tipo de cámaras, celulares y demás dispositivos técnicos.  La actual  sobreabundancia visual  no pasa de ser una exagerada fijación a la realidad más explícita lo cual nos ha conducido a creer que la vida se reduce a sus manifestaciones más inmediatas. Las fotografías de Diego Samper, por el contrario, lejos de obedecer a lo inmediato, crean mundos, ensanchan   lo que denominamos “realidad”.
Sus texturas, colores, ritmos, dinámicas ocultas, estructuras secretas e imperceptibles,  nos redescubren el  mundo y sus asombros. Ese impulso a crear nuevas realidades  sitúan su trabajo a mitad de camino entre lo fotográfico y lo pictórico,  distanciándose del usual  uso documental o referencial que se hace del lenguaje fotográfico. La afinidad con la pintura, particularmente notoria en las obras  incluidas en este calendario, no es explicable por una suerte de virtuosismo técnico, o  por una elección estética. Lo que está en juego es otro lugar de la mirada, sus trabajos se apartan de una mirada distante, analítica,  o racionalizante  para ubicarse en clave de escucha y en profunda resonancia con el mundo natural.  La aparición de planos más esenciales obedece  a esa actitud y vocación.  
Diego Samper se suma a aquello que expresara un artista tan ejemplarizante como Paul Klee. Para él lo visible era solo un ejemplo de lo real y al artista le correspondería continuar el trabajo creador de la naturaleza a partir de actuar con ella y como ella. Ese sentimiento de honda pertenencia a la dinámica creadora de la vida define a Diego Samper como un artista dispuesto a “ir a la prehistoria de lo visible”, o a  ‘ir a la recóndito a través de lo recóndito”, como afirmara  Klee.  En efecto, su trabajo parece remontarse al  magma creador de la naturaleza, a ese lugar en donde ésta se encuentra en trance de hacerse y el artista casi que intuitivamente es conducido a dar presencia a esa potencia vital. Flujos, tramas, ritmos, estratos, metamorfosis, dimensiones de una  realidad más compleja y  poética, nacen  de su lente celebrando ese contacto primordial  del artista con la  naturaleza.
Sus mundos son producto de un forzamiento perceptivo, por momentos pareciera captar fragmentos, zonas de la realidad  que tomadas descontextualiza y aisladamente cobran dimensiones jamás advertidas por una percepción ceñida a totalidades o identidades mayores. El descentramiento, la captura de lo minúsculo, los  encuadres,  todo ello relanza la fotografía por universos  tan inesperados como abstractos. Ese proceder caracteriza las imágenes de la serie Travesías. Las fotografías de la serie De la tierra y el fuego son producidas por una especie de azar provocado por el feliz encuentro de la materia con la luz. De una acción primordial, propiciada por el propio artista, como es dejar pasar la luz por cristales irregulares, se sucede  un estallido de formas, composiciones y colores, posteriormente registrados por la cámara.  Es   “pintar con la luz”,  como atinadamente lo denomina el propio Diego Samper.
Su mirada, prolongada en los movimientos de la cámara sobre los objetos, nos entrega un mundo en  continua emergencia. Todo  surge  como la vida misma, sin un control predeterminado, y en ese fluir se anuncia  una especie de alianza entre lo poético y lo sacro.  A laa luz de una ecología profunda naturaleza y espíritu son facetas de una misma unidad,  lo sacro no se presenta como algo separado del mundo material, como algo trascendente y distante de la vida. Por el contrario, es inmanente a ella, lo sacro es la misma relación  con la existencia.  Sus obras nos invitan a contraer ese vínculo  en tanto nos conducen a establecer relaciones más íntimas, sensibles  y metafóricas con la naturaleza,  a establecer asociaciones  y resonancias entre todo lo viviente. Esta labor, tan poética como ecológica, afirma lo visible y lo no visible en un solo abrazo.  Lo invisible respira en lo visible.
Quizás la  necesidad de reencantamiento del mundo  esté relacionada  con otra manera de percibirnos y de relacionarnos con la vida. Diego Samper pone en juego una posibilidad tan sensual como espiritual:  habitar y celebrar poéticamente  la existencia. 

Javier Gil


  de la serie “Travesías”. Venezia.
 
  de la serie “De la tierra y el fuego”. Macrofotografía.
 
 de la serie “De la tierra y el fuego”. Macrofotografía.

 de la serie “De la tierra y el fuego”. Macrofotografía.

 de la serie “De la tierra y el fuego”. Macrofotografía.

 de la serie “Agua".

de la serie “Travesías”. Ingmarso.

  de la serie “Agua”. Azufrado #2
 
de la serie “Agua”. Azufrado #1 

de la serie “De la tierra y el fuego”. Macrofotografía.


 
de la serie “Travesías”. Sitges. 

 
 de la serie “De la tierra y el fuego”. Macrofotografía.